En una cabaña, al borde del bosque, vivía una pequeña niña con su madre. El sitio era tranquilo y el reflejo de la casita se reflejaba en las apacibles aguas del lago. La niña solía usar una llamativa capita roja con capucha, que su abuelita le había confeccionado y obsequiado. Por eso, todos la conocían como Caperucita Roja.